
Cristo permanece en el pasado,
el Evangelio es una letra muerta,
la Iglesia una simple organización,
la autoridad un poder,
la misión una propaganda,
el culto una antigüedad
y la vida moral una conducta de esclavos.
En cambio, en Cristo, el universo se encuentra ennoblecido
y movilizado por la fuerza del reino,
él mismo resucitado se hace presente,
el Evangelio se vuelve potencia y vida, la iglesia realice la comunión de Dios,
la autoridad se transforma en un servicio liberador,
el culto es memoria y la acción humana anticipo del Reino.
Amén.
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