miércoles, 9 de abril de 2008

Profecía y Misión: Contagiados por los sentimientos de Dios


Dolores Aleixandre *
Publicado por Antena Misionera



Éste sería el principal rasgo profético: el Profeta es alguien que llega a vivir en solidaridad emocional con Dios, en simpatía profunda con los sentimientos divinos. Por eso su lenguaje es predominantemente afectivo: decepción, dolor, aflicción, llanto, reproches, quejas, preguntas...

Los Profetas descubren en el corazón de Dios la misma condición del corazón humano: el dolor. Un dolor que es distinto de su amor y que refleja su amor hacia todos los que se revuelven contra Él. Se trata de un amor absolutamente afirmativo, capaz de derramarse gratuitamente sobre los que le han rechazado, de envolverlos y, por decirlo así “capturarlos”. Estamos ante una “teología patética”: Dios se muestra íntimamente solidario del destino de su pueblo:

¡Si es mí hijo querido Efraín, mi niño, mi encanto!Cada vez que le reprendo me acuerdo de ello,se me conmueven las entrañas y cedo a la compasión( Jr. 31,20).

Existe una palabra que aplicamos a las personas que nos caen bien: simpatía. Muchas veces no pasamos de una apreciación superficial: nos cae simpática la gente agradable, amable, sonriente. Pero la simpatía tiene un contenido muy denso: viene de la palabra griega pathos que evoca todo el mundo de los sentimientos humanos, de eso que llamamos "corazón" o "entrañas" y que encierra nuestras emociones más hondas: alegría, dolor, cólera, ternura, esperanza... La simpatía entonces sería la cualidad que hace que alguien sienta la realidad como lo sentimos nosotros, participe de nuestros criterios, actitudes y sentires.Los Profetas son los hombres de la simpatía. Experimentaron un contagio misterioso del pathos de Dios, vivieron una especie de emparentamiento íntimo con él que les reveló que Dios no está lejano ni indiferente a su mundo: es el comprometido, el cercano, el preocupado. Dios jamás es neutral, nunca está más allá del bien o del mal, siempre es parcial para la justicia. No es un espectador de la historia sino un participante. Los profetas anuncian un hecho asombroso para nuestras imágenes tan deterioradas de la divinidad: al Creador del cielo y de la tierra le importa cómo se comporta un oscuro individuo con los pobres, los huérfanos y las viudas. A Dios se le inclina el corazón hacia el sufrimiento de sus hijos, los lleva en la niña de sus ojos y contagia su manera de mirar a algunos hombres: a esos a quienes la Biblia denomina "Profetas".

* * Teóloga, profesora de la Universidad de Comillas y religiosa.

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