miércoles, 23 de abril de 2008

Tolerancia


Te bendecimos, Dios nuestro Padre, porque por Jesús te hemos conocido no como el Dios justiciero, todopoderoso y terrible que nos presentaba el antiguo testamento sino como el Padre lleno de misericordia que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.
Eres el Dios tolerante, que haces llover sobre justos y pecadores, y haces salir el sol para todos; que respeta la libertad de las personas, incluso cuando se vuelven contra ti.
Al alabarte y darte gracias, lo queremos hacer por nosotros mismos, pero hoy también a cuenta de los que te ofenden agraviando tu imagen por la intolerancia y el desprecio a las personas; y a cuenta de los que sufren la deshumanización. Tu gloria estaría en la plena humanización de unos y otros.
SANTO...
En Jesús te nos has mostrado más como perdonador que comprende y espera que como juez que condena. Jesús mismo no vino a juzgar al mundo sino a salvarlo. Menos aún nosotros podemos hacernos jueces de nadie, sino servidores de la reconciliación. Tú que nos perdonas los millones que debemos, ¿cómo no te vas a ofender de que no perdonemos el chavo que nos deben? Nos cuesta perdonar una o siete veces, cuando tú nos perdonas más de setenta veces siete.
Jesús ha sido para nosotros el servidor de la tolerancia, más aún, del perdón; más aún, del amor a los enemigos. Si algo le indignaba era la hipocresía de quien carga pesadas cargas sobre otros y no pone ni un dedo para ayudarles a llevarlas.
Tú que perdonas a los pecadores aun cogidos in fraganti desmoronas nuestra pretensión de apedrear a la adúltera de cada historia, ¿quién tirará la primera piedra si tenemos las manos cargadas de pecado? ¿quién puede constituirse juez y verdugo de nadie?
Todo el Evangelio se resume en un sólo mandamiento: amarnos como hermanos; más aún si fuéramos capaces:
amarnos como tú nos has amado. En Jesús está la prueba: nos amó hasta el final, hasta el no va más: nos dio la prueba del mayor amor de un amigo: dar la vida. Y nos la sigue dando en este sacramento, en estos signos y palabras en los que revivimos su entrega; cuando reunido con los suyos, tomó el pan...
Los que creemos y proclamamos el evangelio de Jesús como buena noticia, queremos también comprometernos a vivir como Jesús: hombre para los demás, persona que pasó haciendo el bien, abriendo los ojos a los ciegos, curando a los enfermos y liberando a los poseídos por demonios...
Los que creemos en el Reinado de Dios queremos una sociedad en que la tolerancia lleve al respeto mutuo; el respeto lleve a la justicia; la justicia lleve a la paz; la paz, a la solidaridad; la solidaridad lleve al amor; y el amor, a la felicidad.
Avanzar por estos escalones queremos que sea nuestra alabanza y nuestro brindis de acción de gracias:
Por Cristo...

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